lunes, 15 de junio de 2009

Lo viejo, lo nuevo y lo que permanece

(Disculpad la falta de nitidez, pero hemos preferido esta imagen a ninguna... al menos se nos "ve" risueños ¿no?)

El pasado abril nos trasladamos a un nuevo espacio donde abrir el veterano dojo. Después de estar varios años en un piso de Bilbao, decidimos que era hora de cambiar a otro lugar que nos bri
ndara más de lo que buscábamos para crear unas mejores condiciones en la práctica sedente. En este nuevo espacio encontramos muchas de esas prioridades, como el silencio, la luz, un lugar amplio (que esperamos llenar también con tu presencia...), además de ver cumplida una iniciativa de cambio que mirábamos con ilusión. Así nos pusimos en marcha para hacer el traslado lo mejor posible, despidiéndonos de esa especial casa, que nos acogió durante años, y agradecidos tanto a ella como a su benefactora, por las facilidades y el buen ánimo depositado en este trato, de convivencia al fin.
Nos esperaba el nuevo espacio, y sin morriña alguna lo exploramos, lo montamos
tal y como deberíamos hacer cada tarde desde entonces, mejorando cada vez un poquito más si cabe, y dándonos ánimo para enfrentar lo que nos propusimos en este movimiento de peón con vistas a llegar a no se sabe dónde, pero con el propósito de ir juntos, y en lo posible, hasta bien avenidos. Dista ya algún tiempo desde la inauguración, el día 7 de abril, pero no queríamos que pasara inadvertida, y sí que quedase como recordatorio en estas páginas, como ese álbum de familia que no te cansas de mirar de tarde en tarde y que de últimas algo te brinda "de nuevo" cada vez que acudes a él. Sirva también para recordarnos los buenos propósitos que entonces llenaron el espacio, así como las palabras lanzadas en el círculo de corazones al final de la ceremonia de esa primera meditación, que compartimos veteranos y recién llegados. La presencia de un pequeño niño de brazos de sus padres, Peio, sin duda aportó una chispa encantadora que no pasó inadvertida y por la que nos sentimos agradecidos.
Aquí seguimos en la marcha, de puertas abiertas para el que quiera acercarse y sin más compartir unos momentos de sentirse en silencio, quizás los únicos del día, quizás uno más.
El dojo es el lugar donde la sangha se reune y pone en común su más íntimo instante, y entra en comunión con un mayor propósito, que si bien escapa a nuestra intención, allí mismo nos asiste: abrir el corazón, soltando miedos y rompiendo límites. O sin más, respirar y sentirse.
Bienvenid@s compañer@s. Seguimos...
En gasho