martes, 17 de febrero de 2009

Alimentacion, salud y ser

Susana Luque/14.12.08

Bienvenid@s a este rincón culinario. Intentaremos que en este apartado puedas encontrar recetas que te despierten el gusto por la comida sencilla y saludable, si no te la has topado aún por tu cocina…

La cocina de la que humildemente os hago partícipe viene de la mano de la macrobiótica que conocí más de cerca gracias al trabajo del macrobiótico francés Renè Levy, y a su equipo, que hacen posible este acercamiento en “Cuissine et santé”. Este tipo de alimentación también está muy ligada a la dieta practicada en los templos de meditación budistas, e incluso da nombre a libros como “macrobiótica zen”, del maestro macrobiótico Georges Ohsawa.

Os invito a conocerla por encontrar en ella un buen modo de alimentarme y regenerarme, siguiendo un ritmo natural, que si bien está implícito en cada una de mis células, también reconozco que está en mi mano entorpecer, por ejemplo, y por el tema que nos ocupa, al usar inadecuadamente nuestros alimentos.

Considero que muchos de los problemas que actualmente nos azotan vienen de una mala alimentación que en nada ayuda a la regeneración del organismo, ni a su sano funcionamiento. Si bien es cierto que el alimento no es lo único que nutre o mal nutre nuestras vidas, no lo es menos que nombres de la talla de Hipócrates, por citar al más sonado, ya nos advertía de que la mejor medicina es tu alimento. Hoy en día, por desgracia o por simple desconocimiento, o porque también es una opción a elegir, se prefiere dar en todo la responsabilidad de nuestra salud al doctor, “para que me cure”, pero también existe la posibilidad de tomar las riendas y revisarnos ante cualquier síntoma que nos aqueja.

Lo que se nos acumula acaba estallándonos en evidencias, la normalizada enfermedad. Lo difícil es reconocer el origen y la correlación de hechos que han ido encadenándose hasta toparnos con esta temida compañera de viaje, que no siempre es causa de la mala suerte encontrárnosla, sino más bien de la inconsciencia en la que nos vivimos. Vamos repitiendo una y otra vez lo que nos hace mal sin ni siquiera percatarnos de los efectos de esos malestares, hasta que un día sin saber por qué, ni cómo, ¡zas! la enfermedad aparece, y corriendo a buscar a ese que me responda a ¡qué me pasa doctor! Y quizás entonces nos ayude que nos alivien el dolor, pero vale la pena replantearnos en lo posible nuestra actitud ante la base que nos conforma como seres terrenales de carne y sangre y huesos, o seguiremos tanto cometiendo los mismos errores que nos llevaron a la crisis, como sin herramientas para superarlos. Es otra forma de prestar atención y sensibilizarse con lo que uno es, a partir de lo que su organismo realmente le demanda.El hombre también tiene un ritmo y un hábitat natural, que poco tiene que ver con el que pretende mantener, y es observando este Orden que vuelve a participar de su propio orden. La tierra, el alimento natural y biológico (el que no ha sido dopado con química y respetado en su desarrollo natural), de estación, integral, sin aditivos, etc., en una adecuada proporción y asimilación, cocinado por nosotros según nuestras necesidades.

Alimentarse no es tan solo saciar el estómago y el paladar, sus efectos son más sutiles, lo veamos o no, e interrelacionados con los otros niveles del ser (emocional, mental, espiritual), ¿cómo separarlos…?
La tierra nos alimenta, y sobre ella vivimos regidos y en constante creación por las mismas leyes del universo, que no hay quien las pueda evitar aunque las desconozca, que impulsan la expansión de una galaxia, el latido de tu corazón, o me llevarán a morir y ser transformado mi cuerpo en comida para los gusanos, que siguen su ciclo universal, mansamente pastando sobre mis huesos ya roídos. Entonces ya nada importa, pero hasta entonces revisemos nuestras necesidades y formas de alimentarnos porque puede que algo sí tenga que ver el universo, mi alimento, y yo. Fue otro grande el que dijo que “somos lo que comemos”.
El cuerpo es nuestra puerta de entrada a terrenos más sutiles del ser, prestemos atención entonces a lo que hacemos con él porque podemos estar inmersos en un terreno fangoso que merece la pena ser limpiado para poder ver más allá de él, con mayor claridad.

No soy quién para dar consejos sobre la salud, por más que para mí el alimento sea mi medicina. Pero lo que sí puedo compartir con vosotros, es esa alimentación que me acerca sin duda a experimentar un poco más de la Vida.

Como decía el maestro macrobiótico George Ohsawa, “somos alimento transformado”, empecemos por ahí y a ver hasta donde llegamos.

Desde aquí os invitamos a participar de este otro rinconcito, que hoy abre tímidamente sus puertas, para enriquecernos unos a otros con lo que podamos ir aportando en él, o demandando también. Sea como sea, vamos a ir calentado los peroles, y como se dice en los carnavales “gaitanos”, “¡tipo, tipo, tipo!”,que viene a ser algo así como “¡ritmo, ritmo, ritmo…!”.

Sea por el bien de todos los seres…